¿Estás Bien?

05/22/2020

Tengo ya casi 9 años de experiencia como papá, una aventura de nunca parar, no lo digo por cliché, y es que día con día no se para de aprender. En esta aventura que he tenido la dicha de estar junto a Lay, sabemos que Ro (nuestro hijo), al final de cuenta va a identificar con el tiempo cosas maravillosas de su papá y su mamá, y cosas que para nada le gustaron por una u otra razón. Total, es lo mismo que me ha pasado a mí y mi relación con mi papá y mi mamá. Mi reto, en lo personal, es que lo que le doy a mi hijo esté lleno de amor y buena vibra, quitándome de encima el peso del “papá perfecto”.

Ahora bien, entre esas herramientas/habilidades que nos parecen importantes dejarle a Ro para su vida, está sin lugar a duda, la solidaridad. Y esta palabrita se las trae. En parte porque para poder ser solidario hay que estar vivo, en el aquí y en el ahora, escuchando, sintiendo, siendo. Y con ser solidario no me refiero solo a lo que Ro pueda ser con las personas que él quiera y ame, sino también para con cualquier ser vivo que pueda estar en una situación que requiera su apoyo. En este sentido tenemos en casa una regla que se ha ido consolidando, casi que sin darnos cuenta. Si por ejemplo mami está en el cuarto y se escucha que se le cae un objeto que hace un sonido fuerte o no cotidiano, papi o Ro estamos pendientes de decir: ¿Estás bien?

Esto se ha convertido en una cotidianidad, y cuando no ocurre, la persona que pasó por el susto, o la situación de riesgo, recuerda a las otras de estar más atentas, en una señal de “estoy aquí, me pudo haber pasado algo, y ni se percataron”. Este ejercicio que me parecía muy tonto o básico, me he dado cuenta de que tiene un maravillo potencial para invitarnos, a Lay, Ro y a mí a mantenernos vivas como personas en constante relación con otros seres vivos. 

¿Por qué digo que tiene un maravilloso potencial esa pregunta tan básica? Aquí una anécdota que recuerdo, y conecta de manera muy directa con la aplicabilidad de esta acción en la vida cotidiana.

Ro se encontraba el año pasado, en un amistoso de baloncesto de su colegio contra el equipo de otra institución. Los dos equipos iban de un lado a otro, como panal de abeja detrás del balón/bola. En uno de los tumultos, un niño del equipo contrario que llevaba el balón se tropezó, se cayó, el balón se le salió, los dos equipos siguieron persiguiendo su objetivo esférico. Ro corre también hacia el balón, e inmediatamente, a los dos pasos, se percata que el niño que quedó atrás seguía en el piso quejándose de dolor. Se devolvió, se agachó y el preguntó: “¿Estás bien?”…Pararon el juego, atendieron al niño. Fue solo un susto. 

Esto de preguntarle a quien posiblemente le haya pasado algo, no nos hace seres humanos perfectos. Claro que no, pero ejercitar esta sencilla pregunta nos mantiene al menos en lo que respecta a la solidaridad y la empatía, en el aquí y en el ahora, en nuestra relación con nuestro entorno y nuestro mundo.

¿Y si reacciona mal la persona a la que le preguntamos si está bien? es casi lo de menos, si se molesta, o no desea recibir apoyo, ya es una decisión de esa persona, pero lo bonito, a mi parecer, es cumplir con mi tarea como ciudadano de consultar, de ofrecer apoyo, porque al final de cuenta es esa la acción que me gusta que hagan conmigo cuando soy yo el que estoy aprieto. Y sí, se pudiese ver como una relación interesada. Yo en lo personal, no creo en dar sin querer recibir a cambio. Yo estoy convencido que, al dar, quiero en el fondo, que de una u otra manera, esa buena vibra dada se me devuelva en otros momentos, en otras situaciones a mí y los míos.  

Y acá, en Costa Rica, ese ha sido parte de mis hitos a superar en mi adaptación como persona extranjera que migró a este país hace casi diez años. Me sigue costando un montón, la actitud de algunas personas ticas (No todas) que al ver que a alguien le pasó algo y no hagan absolutamente nada. Esa habilidad de “ignorar”, de hacer como hacíamos de niños, la “ley del hielo” me duele, me llega al alma y trato de convertir ese dolor en motivación a seguir trabajando en este país por relaciones humanas más solidarias y empáticas, y es que se, casi que por un pálpito, que cuando una persona ha requerido ayuda y la ha recibido en un gesto solidario, será más probable que en una siguiente situación donde ésta vea a otra en aprietos, pueda al menos, no ignorar a ese ser vivo que probablemente requiere apoyo.

Y hablando de dolor, quisiera recordar, para ir cerrando este artículo, una historia que me sucedió por allá en el 2011, casi recién llegado a Costa Rica. 

Trabajaba como bar-tender en el Café de los Deseos. Una noche, a eso de las 10:30pm, en las oscuras y solas calles cerca al Parque Nacional en San José, iba con mi pan canilla/baget debajo el brazo recién comprado, caminaba muy rápido para no perder el bus. Cuando casi llegaba a la “antigua” parada diagonal a Universidad de las Artes, en la esquina, justo antes de pasar la calle, en un segundo, estaba con mi cuerpo hasta el cuello dentro de una alcantarilla, recuerdo que grité al caer, por un instante, temía que me hubiese partido la tibia o el peroné, mi hombro me ardía. Y recuerdo también, casi que con más dolor que el físico, que, al mirar frente a mí, a simples 20 metros, estaba la parada llena de unas 5 personas, que solo me miraron y sin cara de sorpresa ni nada, solo volvieron a lo suyo. ¡¡Qué dolor!!, ¡qué impotencia! Cuánto extrañé a mi país en ese instante. Al llegar a casa, lloré, y me decía “Hubiese preferido que al menos se cagaran de la risa, se burlaran, pero no, nunca existí para esas personas”. Solo una persona que venía detrás de mí, rato después se me acercó y me hizo la pregunta mágica: “¿Estás bien?”, agradecí su gesto. Y fue ese gesto el que ayudó a pasar un poco el trago amargo de esas 5 personas, que, por cierto, al llegar a la parada donde estaban, siguieron como si nada, y pude percatarme que, para remate, dos de éstas, tenían vestimenta de enfermería.

Tal vez para ti, al leer estas líneas te parezca que no tenían por qué hacer nada, bien, es tu opinión. La mía es que en la medida que nos acostumbremos a no accionar -en lo absoluto- con personas que posiblemente requieren ayuda (Sea con un ¿Estás bien?, ¿Le puedo ayudar?, o un ¿Necesitas apoyo?), en esa medida seguiremos afectándonos más como humanidad, porque al final de cuenta, el planeta mismo día con día, pareciera que no está diciendo: sin solidaridad no podrán convivir mucho más tiempo en este lugar. 

Así que mi humilde invitación es que si no usas esto del “¿Estás bien?”, lo puedas comenzar a usar al menos en tu casa, o con tus seres queridos a los que posiblemente no puedes visitar en estos tiempos de cuarentena y desde la buena vibra, hacerles esa sencilla pregunta que seguimos practicando con Ro en casa: ¿Estás bien?

Buena vibra!!!

Por Ricardo Salas Correa

 

Del Auto-cuido al Colecti-cuido

03/17/2020

En la Metodología Masayera hablamos de que parte de lograr una sana convivencia en comunidad, pasa no solo por la importancia que cada persona esté atenta al auto-cuido, sino también, al colecti-cuido… pero ¿De dónde surge este concepto y qué entendemos por éste?

Partiendo de que una de las definiciones de autocuidado indica que es el cultivo y cuidado del yo de una manera integral, en Asociación Masaya trasladamos dicho concepto a lo colectivo, a lo comunitario. Y es que años atrás nos dimos cuenta, que dentro de nuestro propio equipo de trabajo, cuando alguien decía, por ejemplo: “Tal martes en la noche no podré estar pendiente del celular porque estaré en Yoga,” en general la reacción del equipo no era de apoyo o celebración de que esa persona masayera estuviera dedicando tiempo para el autocuidado, sino e incluso, que reaccionábamos con miradas hacia esa persona de “no estás siendo lo suficientemente comprometida con el quehacer masayero” “ya no quiere trabajar” “que poco solidaria eres”. Luego de varias situaciones complejas de salud que pasamos diferentes personas del equipo, nos dimos cuenta de que de poco sirve que de manera individual se intente el cuidado, si en lo colectivo no se fortalece, valore y motive el cuidado del “yo”, de cada integrante del equipo, y por tanto el cuido del “nosotros”.

En ese contexto surgió lo que entendemos por colecti-cuido: La intención de una comunidad de cuidarse entre sí, valorando y motivando el auto-cuido de manera colectiva.

Por esta razón sea cual sea el servicio de capacitación que estemos facilitando bajo nuestra Metodología Masayera, siempre estaremos fortaleciendo la idea de transitar del auto-cuido al colecti-cuido y con ello seguir posibilitando un mundo más solidario.

Por Ricardo Salas Correa

Metodología Masayera… ¿En qué consiste?

03/17/2020

Cuando decimos en Asociación Masaya: “Metodología Masayera” no lo decimos a la ligera. Lo decimos desde la convicción de contar con una manera de hacer las cosas, procedimientos, estándares de calidad y mecanismos de evaluación que nos permiten hablar de una metodología, en todo el sentido de la palabra. 

Pero ¿En qué consiste la Metodología Masayera? pues acá lo vamos a explicar definiendo su concepto, principios, antecedentes, entre otros aspectos, y con ello aprovechar estas líneas para compartir argumentos teóricos básicos que enmarcan nuestra metodología, nutrida por más de 12 años de quehacer masayero en varios países de América Latina. 

¿Qué entendemos por Metodología Masayera?

Es una manera de convivir y relacionarnos, centrada en posibilitar relaciones humanas más solidarias a través de procesos de aprendizajes vivenciales donde fusionamos herramientas del teatro con el aprendizaje cooperativo, con el fin de lograr experiencias de formación positivas que nos permitan -en colectivo-, continuar multiplicando solidaridad en cada uno de los espacios donde hacemos vida.

¿Qué principios la abrazan?

El concepto latino de “convivencia” implica comulgar con el anfitrión, comer del mismo plato. Esto significa compartir abiertamente lo que se tiene, sin prejuicios y mostrando con sinceridad aquello que se desea compartir. Es frecuente en comunidades populares que se comparta de esta manera, sin más, desde un recipiente común, del mismo plato.

Por otro lado, una Masaya (Ven.) es una hamaca, una red individual. Compartimos con las comunidades este recipiente común. Nuestra Masaya busca ser un columpio colectivo, un espacio de disfrute y convivencia, sostenido por cinco hilos que cuidamos con cariño:

1- EL ERROR:   Consideramos el error como forma de aprendizaje, de invitación a arriesgar en lo nuevo, en lo desconocido, siendo así una posibilidad de reflexionar sobre nuevas formas para seguir aprendiendo a través del error.

2- El CONFLICTO: Reconocer el conflicto como parte de la vida y no como una forma de violencia, representa un reto, una forma de explorar los diferentes pensamientos, opiniones y maneras de accionar, permitiendo la búsqueda de estrategias sanas para el logro de propósitos colectivos.   

3- LOS PEQUEÑOS LOGROS: Celebramos los pequeños logros que se van dando durante la construcción colectiva, con el propósito de nutrir la energía y evidenciar que el proceso, con sus altos y bajos, es un actor protagónico en cada historia.

4- APOYO MUTUO: Emprender un trabajo en una comunidad no parte de una relación del que tiene con el que no, por ello apostamos a la construcción de relaciones humanas entre iguales -dignidades-, y conociendo poco a poco nuestras diferencias, iniciamos un proceso donde nos unimos solidariamente por objetivos comunes.

5.- NATURALIDAD: No forzar los procesos y disfrutar cada momento, son factores claves para relacionarnos con las comunidades; la espontaneidad y sencillez en el trato y en el modo de accionar es la constante que nos permite desde lo orgánico, crecer en red.

Al ser estos 5 principios los hilos que dan estructura al tejido de nuestro quehacer solidario, el 100% de la Metodología Masayera está enmarcada en estos 5 aspectos cruciales para así poder sumar a favor de nuestro propósito social: Posibilitar un mundo más solidario, capacitando a personas líderes y personas educadoras bajo nuestra metodología.

¿Cuáles son sus antecedentes?:

La Metodología Masayera se ha venido construyendo -y lo seguimos haciendo- desde los escenarios donde compartimos los procesos de formación, de ahí al escritorio, y de vuelta a los escenarios junto a las comunidades y equipos de trabajo, donde año con año seguimos aprendiendo. Es un proceso de nunca acabar, porque al final de cuenta cuando asumimos en Masaya el aprender cooperativamente como estilo de vida, nos posibilita -y motiva- a seguir mejorando desde lo que vamos accionado, en cada historia compartida con nuestros servicios de formación que brindamos a personas líderes y a personas educadoras, principalmente de contextos bajo el estigma de la violenta, así como en contextos de equipos de empresas y ONGs.

En este sentido, nuestra metodología es la suma de fusionar diversidad de experiencias de nuestro equipo, con el agregado de teorías que poco a poco hemos ido integrando. Eso sí, teniendo como centro la acción, la experiencia, por encima de “academizar” los procesos de aprendizajes, donde lamentablemente en muchas ocasiones en el mundo de la educación, nos embelesamos en la teoría y perdemos de vista que el centro, al menos desde nuestro punto de vista, es la experiencia humana que en colectivo vamos tejiendo. Por ejemplo, una señora líder de una comunidad tal vez no sabe la teoría sobre las características de una reunión efectiva según tal u otro autor, y es muy buena gestionando en orden, puntualidad, efectividad y buena vibra sus reuniones vecinales. El conocimiento de esa señora no es menor al que mucho sabe de teoría, pero nunca se ha enfrentado al contexto de esa lideresa.

Ahora bien, nos parece relevante destacar dentro de todas estas experiencias y teorías con las que hemos venido interactuando, unas que consideramos importante reconocer como piezas claves de la construcción inicial de nuestra Metodología Masayera, estas serían:

  • Un inicio tras escenario: Masaya nace en Caracas[1], Venezuela, en el año 2007 gracias a la conexión entre Vyana Preti y Ricardo Salas Correa, ambos trabajaban en la producción de musicales. Tras escenario, entre una función y otra fueron conversando sobre cómo podrían llevar ese “caos positivo” que vivenciaban detrás de escenario con todo el elenco: Lloraban, reían, peleaban, pero al final el público de pie aplaudía con alegría al final de cada función. Fue así como con esto en común, y uniendo la experiencia que desde niña tenía Vyana en las artes escénicas y Ricardo en el quehacer comunitario, se realizan los primeros talleres con enfoque a herramientas de facilitación y cohesión grupal. Por tanto, desde el primer día de nuestra organización, el teatro y lo comunitario como posibilidad de mejorar nuestra convivencia han sido parte de nuestras bases.
  • Improvisación teatral: Aprovechando la experiencia de Vyana en las artes escénicas, desde los primeros servicios de formación que facilitamos, nos apoyamos fuertemente en las herramientas de la improvisación teatral, como medio para formar a personas multiplicadoras que se retaran a escuchar y sentir su contexto, para a partir de ahí, en colectivo, posibilitar mejores relaciones humanas. Llevamos más de 12 años explorando esta área del teatro como herramienta educativa nutrida por muchas personas más que se han ido sumando al quehacer masayero.
  • Movimiento cooperativo de la Red Cecosesola: Ricardo al haberse criado en el contexto de una de las organizaciones comunitarias más importantes de Venezuela, conectó muy rápidamente, y casi que naturalmente, lo que comenzaba a hacer Masaya con la esencia de la Red Cecosesola. Resaltamos esto, ya que no solo mantenemos una relación muy cercana con el equipo de esta red cooperativa, sino que también, vivir el cooperativismo más allá de la formalidad, y conectarlo a una manera de asumir la vida, es otro de los pilares que dieron pie al comienzo de nuestra Metodología Masayera.

Estos detonantes que dieron inicio al quehacer masayero se han ido enriqueciendo fuertemente de toda la experiencia y aporte de personas como Layly y Estefanía Castillo, María Fernanda Romero, Anayudel Guti, Hernán Colina, Cori Salas, Andreina Tucci, Roberto Matute, entre otras personas -y organizaciones-, que desde cada historia compartida nos seguimos permitiendo aprender cooperativamente.

A parte de estos tres elementos que enmarcan la esencia con que inició y se ha ido desarrollando nuestra manera de hacer las cosas en Masaya, es importante conectar esto con la teoría.

¿A qué planteamientos teóricos está relacionada?

Desde que iniciamos con Masaya en el 2007, para acá, hemos visto pasar un montón de tendencias, de modas sobre estrategias, metodologías, palabras que cobran fuerzan en un momento dado, y que luego se van. En todo ese proceso hemos sido en Asociación Masaya fieles con nuestra propuesta, más allá de las modas. “Educar en valores” “Habilidades interpersonales”, “Habilidades blandas”, “Habilidades socio-emocionales”, “Educación inclusiva”, “Alineación estratégica”, “Cuerdas altas, cuerdas bajas”, “Aprendizaje colaborativo”, “Team building”, “Dising Thinking”, “Gamificación”, han sido parte de las tendencias que seguimos viendo pasar, y que más allá de sus pros y contras, no nos ha hecho perder el foco, pero a la vez nos hemos ido permitiendo conocerlas y aprender de esas tendencias. Aquí seguimos, centrados en lo nuestro: volver como comunidad “alrededor de la fogata” a compartir, -desde la humildad y buena vibra-, lo que somos, hacemos y sabemos, para así, en colectivo, ir mejorando como personas y como comunidad. Sea en un barrio, en una escuela, o un equipo de trabajo de una empresa privada, mejorar nuestra convivencia nos beneficia a todas las personas.

A continuación, describiremos los aspectos teóricos que enmarcan nuestra metodología, lo cual lo organizamos en los dos elementos que fusionamos en Masaya: Aprendizaje Cooperativo y Teatro.

“El cerebro es un órgano social que aprende 

haciendo cosas con otras personas”. José Ramón Gamo.

  • En lo que respecta al Aprendizaje cooperativo:
    • Comunidad, su definición: Antes de hablar de aprendizaje cooperativo, primero queremos hablar de qué entendemos por comunidad, por lo que presentamos la definición de ésta según nuestro Glosario de Términos:
      • Comunidad: “Grupo de personas que tienen algo en común, algo que les une de una u otra forma. Asumiendo comunidad como un lugar donde habitamos, sea un barrio/vecindario, o el lugar donde trabajo. Por ejemplo, cuando soy docente de una escuela, soy habitante de esa Comunidad -Educativa-, tengo cosas me unen a ese grupo de personas”. En este sentido, cuando hablamos en la Metodología Masayera de aprender cooperativamente lo estamos conectando siempre a aprender en comunidad, en los lugares que habitamos.
    • Aprendizaje cooperativo, su definición: Aquí lo que para nosotras significa este concepto, según nuestro Glosario de Términos:
      • “Proceso educativo en el que todas las personas nos sabemos actores principales de nuestra formación. Compartiendo y acogiendo el aprendizaje que cada uno trae consigo, nos disponemos a la reflexión constante, para (trans)formar colectivamente lo que vamos siendo como persona y como comunidad.”
    • Los tres niveles del Aprendizaje Cooperativo: A continuación, citamos la definición que hace Ramón Ferreiro Gravié en su libro Nuevas Alternativas de Enseñar Aprender, sobre lo que, según su propuesta, son los tres niveles del Aprendizaje Cooperativo.
      • Aprendizaje Cooperativo como Metodología: “…Aquellos que lo consideran como un conjunto de métodos, técnicas, y estrategias de enseñanza, recomendando su empleo para hacer más participativa y dinámica la lección”.
      • Aprendizaje Cooperativo como un Modelo Educativo: “Para otros destacados especialistas del aprendizaje cooperativo este es un modelo educativo que posibilita el buen trabajo de la institución escolar…
      • Aprendizaje Cooperativo como una Filosofía. “…El aprendizaje cooperativo es toda una filosofía educativa, o bien una concepción de la enseñanza, cuyos principios son transferibles a toda actividad humana…”. En este último es en el que nos posicionamos desde la Metodología Masayera, una manera de vivir, una forma de relacionarnos que va más allá de un proceso de educación formal, y que en Masaya llevamos a otro nivel por nuestra inspiración con la experiencia de la Red Cecosesola y nuestro propósito social de lograr un mundo más solidario, y es que ¿de qué nos sirve como humanidad personas muy cooperadoras dentro de los espacios educativos formales, pero que no lo son en su casa, en su barrio, en su trabajo?
    • La dinámica de grupos: Nos parece fundamental agregar que nuestra metodología también toma en cuenta los aportes de María José Aguilar Idáñez de su libro ¿Cómo animar un grupo? donde nos hablan de 9 principios básicos para orientar la acción de un grupo participativo: 1. Atmósfera grupal. 2. Comunicación en el grupo. 3. Participación y espíritu del grupo. 4. Liderazgo distribuido. 5. Formulación de objetivos. 6. Flexibilidad. 7. Consenso. 8. Comprensión del proceso. 9. Evaluación continua. Inspirados en estos 9 principios, lo conectamos con uno de los puntos que nos apasiona de la improvisación teatral: La importancia del escuchar, confiar y aceptar, es decir: Sentir desde el aquí y el ahora. Sumando estos dos puntos surge lo que proponemos como una fórmula (Que en la práctica poco tiene que ver con las matemáticas): Objetivo / Flexibilidad/ Contexto. Tener claridad del para qué (Objetivo) estoy gestionando un proceso de formación, conocer lo más posible el ambiente y características de las personas que hacen parte del proceso (Contexto), y a partir de esos dos elementos, adecuar lo más que podamos (Flexibilidad) el proceso de formación buscando un equilibrio entre el objetivo y el contexto. Son tres elementos que consideramos fundamental aderezar con el Sentir, ya que, si como persona facilitadora no estoy conectado al aquí y en el ahora y percibiendo mi entorno y teniendo claridad de mis objetivos, será imposible lograr ese balance que proponemos lograr para así generar procesos de aprendizaje lo más eficientes, humanos y dinámicos posibles.
  • En lo que respecta al Teatro:
    • Teatro, su definición: Iniciar este punto expresando lo que entendemos por Teatro según nuestro Glosario de Términos. Lo entendemos:
      • No como un fin en sí mismo, sino como herramienta para conocernos mejor, reflexionar y (trans)formar lo que vamos siendo como persona y comunidad. Con él, como afirma Augusto Boal (creador del Teatro del Oprimido) aprendemos a reconocernos no solo espectadores sino actores y actrices de nuestras vidas, lo que nos posibilita sabernos agentes de (trans)formación comunitaria”.
    • Razones de por qué teatro: Muchas cosas nos enamoran del teatro como herramienta educativa, pero hay tres razones que nos gusta resaltar, del por qué usar teatro: 1. La posibilidad que nos de ponernos en el lugar de otras personas (Empatía). 2. Nos permite visualizar/imaginar otros mundos posibles (Esperanza). Y 3. El poder de saber que en colectivo estamos coprotagonizando historias, donde juntas nos motivaremos baja la frase “la función debe continuar” (Perseverancia). Más allá de los retos, trabajando cooperativamente y desde la empatía, podemos salir adelante.
    • La importancia de la emoción al aprender: Tanto los retos cooperativos, como las herramientas teatrales, nos invitan a emocionarnos, a movernos, a interactuar de manera multidireccional cuando estamos aprendiendo, y esto según investigaciones genera muchísimo más aprendizaje que cuando usamos metodologías de enseñanza menos dinámicas, como por ejemplo una clase magistral. Citando a Ana Torres M. en su artículo El cerebro necesita emocionarse para aprender nos expresa: “En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy(MIT), en Boston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.” 

¿Cómo medimos la calidad de nuestra metodología?

Hemos escuchado por ahí la frase: “Lo que no se mide, no existe”, y más allá de lo extremo que pueda sonar esta frase para algunas personas, abrazamos de ésta, la relevancia de ir midiendo y analizando los datos de dichas mediciones y con ello poder ir mejorando los procesos. Para esta razón, en Asociación Masaya tenemos evaluaciones como:

  • Encuesta Nivel de Satisfacción: Que completa toda persona participante de talleres masayeros al finalizar los mismos.
  • Test de entrada/salida: Que nos permite medir, en el caso de programas de formación de larga duración, qué tanto sabían las personas antes de nuestra capacitación y luego de terminarla.
  • Test de impacto en contexto: Es una evaluación que se aplica a nuestra población beneficiada indirecta, es decir, en los dos puntos anteriores conocemos la percepción de las personas capacitadas, y en esta tercera, nos interesa medir, por ejemplo, qué tan bien o no, considera un grupo de estudiantes de un salón de clases que su docente ahora es más dinámico y humano.

Estas y otras formas de evaluación nos van permitiendo tanto mantener nuestros estándares de calidad, como mejorar nuestros servicios de capacitación dirigidos a personas educadoras y personas líderes como multiplicadoras de relaciones humanas más solidaria.

A modo de cierre:

Ya para cerrar este texto, lo queremos hacer compartiendo unas líneas de Poulo Freire (1992) en su libro de Pedagogía de la Esperanza: “…la desesperanza nos inmoviliza y nos hace sucumbir en el fatalismo donde no es posible juntar las fuerzas indispensables para transformar el mundo. No quiero decir que, por ser esperanzado, atribuyo a mi esperanza el poder de cambiar la realidad. Mi esperanza es necesaria pero no es suficiente. Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea y titubea. Los educadores precisamos de la esperanza crítica, con el pez necesita del agua…”

En Asociación Masaya estamos convencidas de que un mundo más solidario es posible, por lo que seguimos capacitando a personas líderes y personas educadoras, que hacen vida, principalmente, en comunidades bajo el estigma de la violencia, para en red, mantener viva nuestra esperanza crítica.

Finalmente, expresar que para comentarios, dudas o recomendaciones, nos puedes contactar por aquí. De antemano, gracias por apoyarnos a seguir mejorando año con año.

Buenas energías.

Por Asociación Masaya, Ricardo Salas Correa

[1] Aquí más información sobre la reseña histórica de Asociación Masa

 

Tejiendo comunidad desde la primera infancia

09/13/2019

Con el fin de activar un espacio público en compañía de niños, niñas y personas adultas, el domingo 11 de agosto disfrutamos de un hermoso día cargado de buena vibra, y sobre todo, de las ganas de encontrarnos para hacer del Parque Municipal de La Antigua, ubicado en San Rafael de Montes de Oca, un espacio para la convivencia en comunidad.

Poco a poco se fueron sumando personas vecinas, amigos, amigas y hasta familiares; el día nos invitó a jugar, niños y niñas exploraron el entorno y luego de un rato, se les veía en la casita del árbol, trepados en árboles, recolectando palos y hojas; el parque se mostraba amable y les invitaba a habitarlo sin temor ni límites. 

Avanzada la mañana, la mesa de compartir se fue llenando de rica comida, cafecito caliente y hasta una olla de lentejas, gracias al aporte comunitario. Iniciamos la jornada haciendo un círculo de al menos 15 personas agradecidas y dispuestas a colaborar en la realización de una huerta comunitaria, la cual sirvió como excusa para acercar a personas que unidas por la tierra y las plantas se permitieron sonreír en colectivo. Aquí los equipos del Proyecto SANA, Huertas Donde Sea y Asociación Semilla compartieron sus conocimientos y experiencias en la realización de huertas comunitarias, brindándonos consejos valiosos para sembrar y cosechar alimentos en el parque.

Mientras unos seguían preparando la tierra, otros nos dispusimos a mover el cuerpo con una clase de Bailo Fit impartida por el estudio funcional SPOT, bailamos montones y fue maravilloso ver a personas de diversas edades mostrar sus capacidades al bailar.

Seguidamente, se abrió el espacio de diseño del mural con el artista del grafiti Mush, se acercaron entonces muy curiosos los niños y las niñas de primero, realizaron dibujos y establecieron junto al artista un concepto para luego pasar a tomar las latas y trazar las primeras líneas. La emoción era tal que los chicos y las chicas corrían de un lado a otro queriendo abarcar todo el mural y usar todas las latas. Con esta energía tan sabrosa pasamos la mañana y buena parte de la tarde, cada persona se fue retirando del parque no sin antes agradecer y solicitar que más actividades como ésta, se hagan más seguido.

Algunas personas vecinas se acercaron para preguntar a que quién se le debía pedir permiso para usar el parque; a lo que respondimos “este es un espacio público” que requiere ser visitado a diario, así como del cuidado y preservación de parte de cada integrante de la comunidad.

Esperamos ver que la huerta se llene de vida y que las personas habitantes de la comunidad cada vez más, se sumen al tejido de una comunidad que en la cotidianidad ofrece desde la primera infancia acciones, como ejemplo, de participación en la construcción de un mundo más solidario.

Por Asociación Masaya, Layly Castillo