¡La solidaridad es salud!
04/22/2022
Me encontraba haciendo deportes, cuando al hacer un cambio de velocidad sentí lo que se siente al haber una rotura completa del tendón de aquiles: “un hachazo” que te derriba del dolor -y de inestabilidad-. Desde que caí, sabía que sería un proceso largo. Pero en estas líneas no quiero hablar de procesos médicos (Aunque es un tema del que he venido aprendiendo y apasionándome a través de mis lesiones). En este texto quiero centrarme en el poder de la solidaridad.
Luego de ir a emergencia, me hicieran los diferentes exámenes y que se confirmara la rotura completa de mi aquiles izquierdo, se agudizaron en mi cabeza las preguntas: ¿Cuánto tiempo estaré en cama? ¿Cómo haremos para organizarnos en casa? ¿Cómo hacer con mis trabajos? ¿Cómo resolver la cotidianidad?… y cuando al pensar en esto subía mi ansiedad, trataba de decirme: “Cuento con una maravillosa red de apoyo. Esto va a pasar”.
“Ricky todo saldrá bien” “Ric en lo que necesites aquí estoy” “Por acá estoy chamo, para lo que requieras” “No te preocupes por lo del trabajo, aquí te cubrimos” “Vecino, pronta recuperación”, fueron parte de las frases que me iban llegando y que me recordaban que la solidaridad no es solo un saludo a la bandera del cliché. ¡La solidaridad es salud!, por lo que invertir en ella trae de vuelta cosas maravillosas.
Pero ¿a qué se debe que puedo contar con esa red?, ¿a la suerte?, ¿a una protección divina sobrenatural?, ¿o es algo que yo he ido construyendo?
Un día, en una hermosa mañana soleada, iba saliendo de casa caminando con mi hijo Ro a su escuela, saludé a Don Juan y luego a otras personas que estaban en el parque, y seguidamente le dije a Ro con un aire casi que poético: “Hijo, qué lindo vivir en un barrio donde las personas se saludan”. A lo que él me contestó sin problema, ni titubeo: “Papi, no es que todo el mundo saluda en este barrio, es que tú saludas a todo el mundo”.
Y sí, -más allá de que en muchos casos no soy yo el que inicia el saludo- así me criaron: buscar conectar con las demás personas. Y con “me criaron” me refiero tanto en mi casa, en mi barrio, en la cooperativa, como en mi escuela. Y es que tuve la dicha de ser educado en un ambiente donde, por ejemplo, era normal asumir que, en caso de una emergencia en el hogar, serán las personas vecinas las primeras en las que te podrás apoyar para buscar resolver, por tanto, saludar -y conocer el nombre de quien saludas-, es el primer paso para ir construyendo relaciones humanas que poco a poco, y con dedicación, se irán fortaleciendo.
Digo “dedicación” ya que sí, sí hace falta darse unos minutos para detenerse de vez en cuando a conversar con quienes convivimos, y esa inversión de tiempo, por así decirlo, te permite en el futuro tener de vuelta amor y apoyo humano, un apoyo que se valora mucho más justo cuando estás en una emergencia, o con tu aquiles en recuperación.
Ahora, que ya puedo volver a salir a caminar al parque, el escuchar “Qué bueno que ya estás mejor”, “Me alegra verte sin muletas”, son frases que posiblemente para algunas personas son insignificantes o incluso molestas, para mí, ¡son salud!, son energía para mi alma que me cambia el día, o al menos, ese instante.
¡La solidaridad es salud!
Y tú, ¿dedicas tiempo para construir tu red de apoyo?
Por Ricardo Salas Correa