¿Estás Bien?
05/22/2020
Tengo ya casi 9 años de experiencia como papá, una aventura de nunca parar, no lo digo por cliché, y es que día con día no se para de aprender. En esta aventura que he tenido la dicha de estar junto a Lay, sabemos que Ro (nuestro hijo), al final de cuenta va a identificar con el tiempo cosas maravillosas de su papá y su mamá, y cosas que para nada le gustaron por una u otra razón. Total, es lo mismo que me ha pasado a mí y mi relación con mi papá y mi mamá. Mi reto, en lo personal, es que lo que le doy a mi hijo esté lleno de amor y buena vibra, quitándome de encima el peso del “papá perfecto”.
Ahora bien, entre esas herramientas/habilidades que nos parecen importantes dejarle a Ro para su vida, está sin lugar a duda, la solidaridad. Y esta palabrita se las trae. En parte porque para poder ser solidario hay que estar vivo, en el aquí y en el ahora, escuchando, sintiendo, siendo. Y con ser solidario no me refiero solo a lo que Ro pueda ser con las personas que él quiera y ame, sino también para con cualquier ser vivo que pueda estar en una situación que requiera su apoyo. En este sentido tenemos en casa una regla que se ha ido consolidando, casi que sin darnos cuenta. Si por ejemplo mami está en el cuarto y se escucha que se le cae un objeto que hace un sonido fuerte o no cotidiano, papi o Ro estamos pendientes de decir: ¿Estás bien?
Esto se ha convertido en una cotidianidad, y cuando no ocurre, la persona que pasó por el susto, o la situación de riesgo, recuerda a las otras de estar más atentas, en una señal de “estoy aquí, me pudo haber pasado algo, y ni se percataron”. Este ejercicio que me parecía muy tonto o básico, me he dado cuenta de que tiene un maravillo potencial para invitarnos, a Lay, Ro y a mí a mantenernos vivas como personas en constante relación con otros seres vivos.
¿Por qué digo que tiene un maravilloso potencial esa pregunta tan básica? Aquí una anécdota que recuerdo, y conecta de manera muy directa con la aplicabilidad de esta acción en la vida cotidiana.
Ro se encontraba el año pasado, en un amistoso de baloncesto de su colegio contra el equipo de otra institución. Los dos equipos iban de un lado a otro, como panal de abeja detrás del balón/bola. En uno de los tumultos, un niño del equipo contrario que llevaba el balón se tropezó, se cayó, el balón se le salió, los dos equipos siguieron persiguiendo su objetivo esférico. Ro corre también hacia el balón, e inmediatamente, a los dos pasos, se percata que el niño que quedó atrás seguía en el piso quejándose de dolor. Se devolvió, se agachó y el preguntó: “¿Estás bien?”…Pararon el juego, atendieron al niño. Fue solo un susto.
Esto de preguntarle a quien posiblemente le haya pasado algo, no nos hace seres humanos perfectos. Claro que no, pero ejercitar esta sencilla pregunta nos mantiene al menos en lo que respecta a la solidaridad y la empatía, en el aquí y en el ahora, en nuestra relación con nuestro entorno y nuestro mundo.
¿Y si reacciona mal la persona a la que le preguntamos si está bien? es casi lo de menos, si se molesta, o no desea recibir apoyo, ya es una decisión de esa persona, pero lo bonito, a mi parecer, es cumplir con mi tarea como ciudadano de consultar, de ofrecer apoyo, porque al final de cuenta es esa la acción que me gusta que hagan conmigo cuando soy yo el que estoy aprieto. Y sí, se pudiese ver como una relación interesada. Yo en lo personal, no creo en dar sin querer recibir a cambio. Yo estoy convencido que, al dar, quiero en el fondo, que de una u otra manera, esa buena vibra dada se me devuelva en otros momentos, en otras situaciones a mí y los míos.
Y acá, en Costa Rica, ese ha sido parte de mis hitos a superar en mi adaptación como persona extranjera que migró a este país hace casi diez años. Me sigue costando un montón, la actitud de algunas personas ticas (No todas) que al ver que a alguien le pasó algo y no hagan absolutamente nada. Esa habilidad de “ignorar”, de hacer como hacíamos de niños, la “ley del hielo” me duele, me llega al alma y trato de convertir ese dolor en motivación a seguir trabajando en este país por relaciones humanas más solidarias y empáticas, y es que se, casi que por un pálpito, que cuando una persona ha requerido ayuda y la ha recibido en un gesto solidario, será más probable que en una siguiente situación donde ésta vea a otra en aprietos, pueda al menos, no ignorar a ese ser vivo que probablemente requiere apoyo.
Y hablando de dolor, quisiera recordar, para ir cerrando este artículo, una historia que me sucedió por allá en el 2011, casi recién llegado a Costa Rica.
Trabajaba como bar-tender en el Café de los Deseos. Una noche, a eso de las 10:30pm, en las oscuras y solas calles cerca al Parque Nacional en San José, iba con mi pan canilla/baget debajo el brazo recién comprado, caminaba muy rápido para no perder el bus. Cuando casi llegaba a la “antigua” parada diagonal a Universidad de las Artes, en la esquina, justo antes de pasar la calle, en un segundo, estaba con mi cuerpo hasta el cuello dentro de una alcantarilla, recuerdo que grité al caer, por un instante, temía que me hubiese partido la tibia o el peroné, mi hombro me ardía. Y recuerdo también, casi que con más dolor que el físico, que, al mirar frente a mí, a simples 20 metros, estaba la parada llena de unas 5 personas, que solo me miraron y sin cara de sorpresa ni nada, solo volvieron a lo suyo. ¡¡Qué dolor!!, ¡qué impotencia! Cuánto extrañé a mi país en ese instante. Al llegar a casa, lloré, y me decía “Hubiese preferido que al menos se cagaran de la risa, se burlaran, pero no, nunca existí para esas personas”. Solo una persona que venía detrás de mí, rato después se me acercó y me hizo la pregunta mágica: “¿Estás bien?”, agradecí su gesto. Y fue ese gesto el que ayudó a pasar un poco el trago amargo de esas 5 personas, que, por cierto, al llegar a la parada donde estaban, siguieron como si nada, y pude percatarme que, para remate, dos de éstas, tenían vestimenta de enfermería.
Tal vez para ti, al leer estas líneas te parezca que no tenían por qué hacer nada, bien, es tu opinión. La mía es que en la medida que nos acostumbremos a no accionar -en lo absoluto- con personas que posiblemente requieren ayuda (Sea con un ¿Estás bien?, ¿Le puedo ayudar?, o un ¿Necesitas apoyo?), en esa medida seguiremos afectándonos más como humanidad, porque al final de cuenta, el planeta mismo día con día, pareciera que no está diciendo: sin solidaridad no podrán convivir mucho más tiempo en este lugar.
Así que mi humilde invitación es que si no usas esto del “¿Estás bien?”, lo puedas comenzar a usar al menos en tu casa, o con tus seres queridos a los que posiblemente no puedes visitar en estos tiempos de cuarentena y desde la buena vibra, hacerles esa sencilla pregunta que seguimos practicando con Ro en casa: ¿Estás bien?
Buena vibra!!!
Por Ricardo Salas Correa